Marta tiene una tienda online de papelería creativa. Le encanta diseñar, crear kits personalizados, envolver con mimo cada pedido y hablar con sus clientes. Lo que no le gusta (aunque pone todo el empeño) es el marketing.
Durante años hizo lo que podía: publicar en Instagram, enviar una newsletter cada vez que se acordaba, escribir algún post en su web… Todo con buenas intenciones. Pero sin mucho rumbo.
Ella misma me confesó hace poco:
“Sé que tendría que hacer un plan, pero no me da la vida. Y además, ¿para qué, si luego nunca lo sigo?”
Eso era lo que pensaba. Y no es raro… Como Marta, hay miles de personas al frente de pequeños negocios que cada semana se enfrentan a un montón de tareas, dudas y plataformas nuevas sin tener un rumbo claro. Hacer marketing no es solo «tener redes», igual que tener una web no significa que tengas una estrategia.
Cuando todo depende de ti, improvisar parece inevitable
Marta empezó a sentir que su marketing no estaba funcionando. Las visitas a su web bajaban, los seguidores no crecían y sus publicaciones apenas generaban interacción. Pero lo más frustrante no era eso. Lo peor era la sensación de que estaba dedicando tiempo y energía a algo que no sabía si servía de algo.
Y no tenía tiempo para pararse a replantearlo. Tenía que enviar pedidos, contestar mensajes, diseñar nuevos productos, hacer cuentas, encargarse de los proveedores… y, además, publicar algo “bonito” en Instagram.
El día que se quedó hasta la 1 de la madrugada preparando una newsletter que abrió un 3% de su lista, decidió que algo tenía que cambiar.
La tecnología no era la solución… pero tampoco el problema
Durante semanas, Marta había evitado todo lo que sonara a inteligencia artificial. No por rechazo, sino por saturación. Le parecía otro invento más que prometía mucho pero no estaba pensado para gente como ella.
“Eso será para grandes marcas, o para gente con tiempo. Yo bastante tengo con llegar a todo.”
Pero un día, por curiosidad, abrió ChatGPT y le preguntó algo simple:
“¿Qué puedo publicar esta semana en Instagram si vendo papelería artesanal y no tengo novedades?”
La respuesta le dio ideas. Algunas no le encajaban, pero otras sí. Lo interesante no fue el resultado, sino que por primera vez no se sintió sola pensando en su marketing. Y eso, aunque parezca poco, fue un alivio.
El cambio no fue automático. Fue de mentalidad
Marta no sustituyó su creatividad por prompts. Tampoco se volvió experta en IA. Lo que hizo fue algo mucho más importante:
Empezó a usar herramientas con intención.
Ya no publicaba por rellenar. Pensaba primero qué quería comunicar.
Ya no escribía por escribir. Se preguntaba para quién era ese contenido.
Ya no hacía una lista de “cosas por hacer”, sino un mapa con lógica.
Y poco a poco, fue construyendo algo que nunca había tenido: una estrategia real. Adaptada a su negocio. A su ritmo. A su voz.
No hay fórmulas mágicas, pero sí formas más humanas de hacer marketing
La historia de Marta no es única. Hay muchas Martas. Muchos Luises. Muchas personas al frente de negocios pequeños que saben hacer muy bien lo suyo… pero se sienten desbordadas cuando tienen que comunicarlo.
Y ahí es donde la inteligencia artificial puede jugar un papel muy valioso. No como sustituta. No como fórmula mágica. Sino como herramienta para ganar claridad, para ahorrar tiempo en lo mecánico, para inspirarte cuando no sabes por dónde empezar. Siempre he dicho que la inteligencia artificial es tu copiloto, pero tú estás al volante.
La tecnología no lo va a hacer por ti, pero puede ayudarte a hacerlo contigo.
Si tú también te sientes un poco como Marta…
Estoy preparando un curso para personas como tú. Un curso que no está basado en promesas imposibles, si no es una forma realista de utilizar la inteligencia artificial para hacer tu propio plan de marketing. Si quieres que te avise cuando lo lance, puedes dejarme tu email aquí abajo. Tendrás acceso anticipado y un 50% de descuento por formar parte del pre-lanzamiento:
(Solo te escribiré cuando esté listo. Palabra.)


